CONECTADOS A COSAS, DESCONECTADOS DE LA VIDA
Vivimos en un mundo que parece hiperconectado: notificaciones, chats, correos, pendientes y pantallas que no se apagan nunca. Y sin embargo, en medio de todo ese ruido, cada vez más personas se sienten solas.
La soledad no es la ausencia de gente a tu alrededor. La verdadera soledad es la falta de vínculos significativos, de conversaciones profundas, de momentos que nos recuerdan quiénes somos y qué nos importa de verdad.
Estamos atados a proyectos, reportes y agendas que nunca terminan, mientras nos alejamos de lo esencial: nosotros mismos, las personas que queremos y los lugares que nos inspiran. El mundo se ha vuelto el espacio de lo urgente, y lo importante queda relegado a un “algún día” que nunca llega.
Te hago unas preguntas sencillas:
¿Hace cuánto no hacés algo que realmente disfrutás?
¿Cuándo fue la última vez que tuviste una conversación significativa con tus amigos?
¿Qué te mantiene tan ocupado con lo inmediato que te aleja de tus sueños?
La naturaleza se ha reducido a un fondo de pantalla. El tiempo para nosotros mismos siempre queda de último en la lista. Y así, aunque estemos rodeados de personas, nos sentimos desconectados, aislados, sin encuentros que nos llenen de propósito ni vínculos que nos den pertenencia.
Quizá sea hora de dejar de mirar la vida a través de pantallas y volver a ser actores de nuestra propia realidad.